El ingeniero Vincenzo Beltrami fundó su propio astillero en Sturla, cerca de Génova, en 1917. Su propia preparación técnica pronto le llevó a colaborar con los mejores diseñadores de todas las épocas que su larga carrera de constructor abarcó. Ello también le llevaba a modificar sistemáticamente los diseños que le eran presentados.
En el caso de Nerissa, el director técnico del astillero, Vincenzo Troccoli, recordaba las discusiones tremendas con Arthur Robb, quien al final vio modificado el pique de proa que había diseñado.
Troccoli contaba que el ingeniero Beltrami, durante la construcción de cualquiera de sus barcos, repasaba el casco, traca por traca, con una lupa. Si aparecía el más nimio pelito de cáñamo por una costura, mandaba deshacer toda la fila y volver a realizar el calafateado. Por ello, está seguro que la obra viva del Nerissa todavía mantiene el calafateado original y, en verdad, el actual propietario está feliz por la estanqueidad realmente proverbial de su barco, al cabo de los más de veinte años que está navegando con él.
Nerissa perteneció entre otros, al Conde Marone Cinzano, primo del Rey Don Juan Carlos I y famoso productor de vinos y tenía la línea de flotación pintada con los colores de la Casa Cinzano, azul y rojo.
Uno de sus antiguos comandantes recuerda una travesía con Nerissa, desde el Argentario en la Toscana (Mar Tirreno) hasta Atenas, en la que el primer propietario, William Whitehouse-Vaux, prohibió encender el motor durante toda la singladura.
Las excelentes dotes de velero Nerissa le permiten aún hoy en día a su actual propietario hacer lo mismo, como demuestran las pocas horas de motor acumuladas.